lunes, marzo 06, 2006

CUATRO POETAS DE LA MANO

















DESPEDIDA
Ángel Bermejo

Cuando las nubes grises ocultaron el sol,
aquella fría tarde de junio,
con serena mirada nos dimos el adiós.
Caminaste breves pasos para abordar el bus
y al marcharte, con tristeza, sonreímos los dos.
Luego, la desolación se apoderó de mi
muriendo en el adiós el sueño más feliz.
La noche fue larga y obscura,
sólo un silencio profundo y grave.
Los recuerdos transitaron por mi mente
en torbellino sin fin.
¡Cómo olvidar instantes pasados
que de la mente afloran cuál lejanos resabios!
La tierna sonrisa de los labios,
el compartir juntos del campamento,
la festiva fogata, rodeada de amigos
en convivencia con cantares y amena charla.
La marcha por sendero de empinada ladera
con mochila abultada en la espalda,
short y ajustada polera
en prácticas de escalar.
La alegre y espontanea risa
luego que por cuerda bamboleante bajar
desde elevada cornisa.
En el monte, su figura en la pared se eleva
centímetro a centímetro
moviendo una extremidad a la vez
en lenta danza de equilibrio.

El tiempo transcurrido vive en mi,
los campos y montañas que nos vieron sonreír
bajo un cielo diáfano volcando claridad,
encordados escalando
o descendiendo por la roca vertical.
Cuando la primavera vuelva nuevamente a surgir
y las flores pinten de color el campo;
otra vez el dolor y la nostalgia
se hundirán en mi.
Se irá mi queja entre los vientos
por quebradas, riscos y lomajes
nombrándote, para morir luego
en el eco distante.


BALADA DEL QUIJOTE (1)
Darío Valdebenito

Dulcinea de las viñas encantadas
donde trama su novela el ruiseñor,
dime como el Hada tiene magia,
para hacer de tu sonrisa una flor.
Eres tú mi musa que suspira
todo un paraíso del amor,
y yo soy tu Quijote que te admira
que sólo quiere amarte con pasión.
Enguantada mi armadura
y cegado de bondad,
por ti, amada mía en las alturas,
fecundaré mi fe en la inmensidad.
Trocaré en cada aldea mi equipaje
por racimos impostores de nobleza,
y haré de un paño moro real traje,
para ceñir tu cintura de princesa.
Te haré del sol, anillos de diamantes
y de la luna, una madreselva en flor,
de las estrellas, collares muy brillantes,
y un vellocino de oro con este corazón.
Soy el último Quijote de esta era,
el que sabe cuando tañen las campanas,
cuando el débil fulgor de la tarde ya se muere,
junto al canto de los grillos en las casas.


AGUAS DEL SENA
Elena Montaner Sepúlveda

piso la alfombra de otoño
seca como las páginas
de un antiguo libro
música alfa me acompaña
tiñe de magia
mi reposo de viajera
calma mi respiración
trae a mi memoria tus palabras
no importa que el tiempo pase
nuestro espacio nos acoge
más allá de la distancia
las aguas del Sena
corren no sé a dónde
así quiero correr hacia tí
que me esperas tan lejos
sigo mi camino curiosa
evadiendo vientos secos
rodeada de esculturas
la música del agua retumba
en mis arterias
metáfora de sangre

en noviembre 11 de 2003, una tarde en París


LA CAÍDA
Iván Tapia

No se puede ser hombre si no se cae miserable una y otra vez en la incierta orilla, en el foso. Se cae profundo cualquier día.
de los brazos de la madre a una tierra de dolor, hasta los sarmientos de la soledad, sin más tabla que estos alfabetos.
Ni siquiera soy de la especie de Altazor. Las sombras determinan mi rápida y sorprendente caída. Caigo Adán, caigo al extremo, Sinaí abajo, caigo Babel, Valparanoia.
Se cae a esta tierra con intenciones mortales y no se puede abrazar el enigma sin el paracaídas derretido entre los dedos.
¿Dejaremos al ser en caída libre sobre su hollín, flotar en el smog, así tan Ícaro, en su estupidez?
Perdió la escritura, ciego el pensamiento por el vértigo, en un lugar donde el olvido es pan. Creí ser un dios y en verdad apenas soy humano.
Adamus tomó su camino y se trizaron los espejos. Vagó en su burbuja sobre un mundo en llamas. Pasó volando y rodaron como costra sus odiosos harapos.
Ahora barrunta caminos vírgenes para esperar el regreso. Cristo vino tantas veces y nadie lo reconoció.
El hombre de la máscara me contó el secreto. Hagamos otra vez al Hombre, y que no caiga. Hagámosle con corazón de Dios.

domingo, marzo 05, 2006

POEMAS DE MARINA TAPIA










IMAGEN

Despojarme del peso de mi imagen,
vivir sin piel, a nada estar sujeta,
vestirme o desvestirme de mi misma,
ser aire, ser presencia dispersada.
Indefinir mi sombra,
ser vaho en los cristales,
desdibujar mis huesos,
retorcer mi silueta,
ser invisible nido del aliento
mirada suspendida en la penumbra.



NOTICIAS

I
Pecado de omisión.
Camino sobre voces.
La ciudad ordenada,
la luz de este paisaje
encubre las hogueras, los golpes, los horrores,
lo injusto rematado con un arma.

II
Escribo con la rabia
de mi silencio cómplice,
estéril.
Redibujo los odios heredados
como loba que emerge.
Escribo con la tinta de gritos publicados
rompiéndome los tímpanos, los ojos.
Desmaquillo palabras, desnudo los dolores.
Recupero el enfado vital.


RETINA

Busco entre los retazos del recuerdo
una emoción que encierre lo divino,
un hilo de la cuerda
con que ataba los cielos.
Observo la grandeza
con pupilas de piedra
pongo distancias,
nada reverencio
pues la incredulidad
me da en su mano
de comer las migajas
de los ciegos.
Espero una señal
haciendo que no espero
y el Todo sabe a nada
en mi retina.


ENVIDIA

Tengo envidia de mí
de la que escondo,
la que oculto a la luz,
avergonzada,
esa que guillotina
el miedo
con el habla;
de su purpúreo canto improvisado,
de su raza sin culpa.
Envidio mi raíz,
la que resiste
la oscuridad del fondo de mi pozo.


INVALIDEZ

Sufro una invalidez de andar la luz,
este dolor no deja que amanezca.
Aguardo un haz de sol en mi ventana
un destello, una chispa
para vencer mi noche.
Quiero plantar estrellas en mi cielo,
vestirme de luciérnagas los ojos,
beber la claridad de las mañanas,
desvestir cada sombra de mi pecho.


AVANZAR

Miro hacia atrás
como quien pierde algo,
como si en cada paso
la savia se escurriera.
Con la carrera voy
goteando los excesos,
vapores de añoranzas,
sucedáneos de dicha.
El avanzar es un desgarro
lento,
dejo la tierra tibia,
las rutas aprendidas
y sé que voy
pues ya no reconozco
la que otros me han contado que yo era.


IMPULSO

Dependo del metraje de mis pasos,
necesito salir
del margen del sonido,
pues el silencio sabe
alimentar las bestias
atadas en mis ojos por pestañas.
Para mi sed
brebajes de ir corriendo.
Si la quietud se acerca
acerco yo mi huída.
Temo a las hojas blancas,
a los lienzos vacíos
que reflejen la esencia de mi pena.
Soy parte de un impulso
inmenso, colectivo
de Hacer,
de andar buscando
eternamente.


DESVELO

Alargaré esa luz pequeña de una estrella,
abriré las mil páginas cerradas de la noche.
El silencio sentado, que de pronto camina
invitará a mi voz a desnudarse.
Las plegadas cortinas, los espejos opacos
son miradas que envuelven mi desvelo nocturno.
Me respiro a mí misma, recortes del pasado
pasan sin colorear, sin teñir la penumbra.
Se hace enorme la cama, visible mi existencia,
amplitud de esta noche que a mi cuerpo desborda.

tapiaperez2000@yahoo.es