martes, octubre 07, 2008

EL MÉTODO DE VICENTE SARDES

Los antiguos alquimistas buscaban un remedio que curaría todas las enfermedades del hombre. Al misterioso medicamento lo llamaron “panacea”. El poeta Vicente Sardes lo ha encontrado, y es una mezcla de mujer y poesía, de dolor y esperanza, de soledad compartida con soledad indiferente. Mientras el planeta “agónico se desparrama/… / en el vergel del cemento” él está convencido que vendrá “un futuro mejor”. “Con la metodología de la panacea” nos impulsa a amar la vida: “Despierto, silente / refriego, observo/ y me encandilo / estoy vivo”

La Mujer es ese “ser de magia infinita”, “la estructura / más bella que el holocausto / pudiera terminar”, una “Necesidad o bien común” para todo ser humano, sobre todo varón. Sus poemas son verdaderos orgasmos de palabras, como en “Desvarío”. El hombre necesita, ama y admira a aquella que, aún siendo niña “seductora inconsciente, / encantadora, que ignoras / castamente los efectos / de tus vivos encantos” es capaz de conmoverle intensamente con sus “Pezones que erectan todo mi ser” (“Niña mujer”)

Estos textos transcurren en Valparaíso, ciudad que define como una “Soledad compartida”. Dice que “la soledad es un cautiverio”, “la indiferencia absoluta / de tolerancia y comprensión”, cuando la vida “atormentada de espacios / limitados y desquebrajados” se vuelve una “Soledad indiferente”. Pero Sardes ha trascendido al dolor de la existencia, pues descubrió un elixir irresistible.

En estos versos encontramos la perfecta definición de su lenguaje: “descripción extrema / de acontecimientos y situaciones / orgánicas, abstractas, ineludibles / al son de la campana / y el ruido atormentador”

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