lunes, octubre 09, 2006

I LUGAR CATEGORÍA CUENTO


VI CONCURSO LITERARIO LA MANO



TE RECUERDO

Isabel E. Alvarado Salinas

No era muy difícil contar sus costillas y algunos pelos que le quedaban en su esquelético cuerpo y no podía ser de otra manera si eran varios días que no comía, ni siquiera un pedazo de pan duro. Con sus ojitos de mirada triste pero a la vez atentos a cualquier cosa que fuera a significar algo de comer camina y camina de un lado a otro sin rumbo fijo a la espera del tan ansiado alimento, su estómago vacío le van quitando las fuerzas pero mientras camina toma fuerzas porque tiene una gran responsabilidad; sus hermanitos le esperan. ¡Cómo estarán! Deben tener tanta hambre y frío como yo... y le viene a su memoria el triste recuerdo de su madre, sus ojitos se llenan de lágrimas al recordar esos momentos de unión y de alegría, cuando compartían los juegos y mamá buscaba alimento que devorábamos rápidamente. Pero un día ella no regresó, y se hizo la noche, nos juntamos, tiritábamos de miedo. ¡Mamita, dónde estás! Decían mis hermanitos. Al amanecer salgo en su busca, miraba porque la presentía muy cerca, hasta que diviso a lo lejos, me acerco corriendo y angustiado le pregunto: mamita... ¡te quedaste dormida! ¡mamita... esto no está bien!... su cuerpecito delgado, helado, inmóvil, me dicen que ya no estará más con nosotros. Después de unos días supe que un automóvil la embistió mientras iba atravesando la calle, muriendo en forma instantánea.

¡Toma... toma! ¡oh! ¡gracias! Pobrecito...! mira como está mientras comía escuchaba a la buena señora hablar con gran tristeza de mí. Sacié gran parte de mi hambre, una vez comido muy tímidamente sin que se notara mi presencia me enrollé bien enrollado en un rinconcito me acuesto y me quedé dormido. ¡Hey psss!... toma, me despierto y de un salto me paro y devoro todo rápidamente el rico guiso. Me saboreo, me estiro bien con mi guatita llena pienso en el día hermoso que se presentaba con un lindo sol, bostezo y de pronto me paralizo ¡Oh! ¡Dios! ¡mis hermanos! y sin pensarlo dos veces corro tanto como pueda de rápido, afortunadamente tengo bien desarrollado mi olfato así que no me será tan difícil encontrarlos. Madre siempre me decía que mi papá era de clase alta con estilo. Mi papá era don Doberman, un guardián muy respetado, pero sus dueños nunca aceptaron que yo era su hijo simplemente porque mi madre era de otra clase. Encontré a sólo dos de mis hermanitos, averigüé que algunas personas de buen corazón los estaban cuidando.
No me costó llegar a la casa de la buena señora para quedarnos ahí... Cuando la vi la saludé con mi cola con gran alegría al vernos exclamó... ¡pero y ahora son tres! Hubo un tremendo alboroto porque sus vecinos nos querían echar, pero ella nos defendió hasta que tomó la decisión de llevarnos al médico. Una vez que nos mejoramos de todos los males que teníamos construyeron una casa grande y linda para los tres. Ahora mientras medio duermo miro a mis hermanos y los veo tranquilos, gorditos y doy gracias a mi mamita que está en el cielo porque ya no andamos más en la calle buscando comida, porque ahora tenemos un lindo hogar.
Este cuento está dedicado a todos los animales que son abandonados y maltratados.

Isabel E. Alvarado Salinas pertenece a la Corporación Flora y Fauna Oyiñleo y su domicilio es Block 14, Departamento 21, III Sector, Playa Ancha, Valparaíso, Chile; teléfono 2346338.